Sucedió en un lugar y en un momento. El amor se nos dio todo en amor con todo el amor, debió venir y ser entregado en el mundo y para salvar al hombre, Dios desde el Cielo ya nos había dado su amor con todo su amor en la creación, ahora se entrega no en su Cielo, sino en el mundo para salvar al hombre del pecado y de la muerte. Así nosotros como su cuerpo místico que es la Iglesia debemos también abnegados morir en y para el mundo para resucitar un día como Jesús porque a los que hemos muerto con Él, Él nos resucitará para la vida eterna.